martes, 11 de agosto de 2009

YAS BAN

El contrabajo es un instrumento de cuerdas, mas para tocarlo hay que tener muchas pilas.

Transportarlo para cada ensayo, cargándolo en escalinatas que desafían la pasión por el instrumento y la salud de las propias vértebras.

Adoptarlo es condenarse a ser una especie de atalante o cariátide musical(según corresponda en sexo).

Implica encojerse de hombros en los fogones patagónicos, admitiendo que se es músico pero... que se optó por dejar el instrumento en casa.

El enorme esfuerzo de llevarlo al refugio en la montaña conlleva: un mayor riesgo de desequilibrarse por embolsar viento transitando caminos de cornisa, con mas la frustración de no poder tocar "Rasguña las piedras" con amplitud de matices.

Tiene por ventaja que su estuche suple la necesidad de carpa y bolsa de dormir, brindando a su portador las comodidades que los faraones han elegido para alcanzar la vida trascendente.

El contrabajo es como un violín que ha tenido un crecimiento desmesurado producto de alguna alteración genética. (Paradójicamente, Génesis fue disminuyendo su cantidad de miembros a lo largo de su historia).

En Chernobyl ya no hay violines. Solo contrabajos.

Solo contrabajos se sobrevive en el ambiente de la música, y en cualquier otro. (Buah! No solo.)

El contrabajo suele apoyarse sobre un taco aguja, que despierta la sospecha de que una señorita yace en su interior. Aunque la sospecha se licúa rápidamente: el sonido del contrabajo no suena a reclamo, ni a quejido ni a lamento.

Contrabajo, dignifica a la yas ban.

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