jueves, 6 de agosto de 2009

LA SOPRANO Y YO

Todo depende del cristal con que se mire, de la piel con que se toque y del parlante que se escuche.

Sonia Saricki es una soprano excepcional.

Es mimada por la crítica, elogiada por los entendidos y mis compañeros me han hecho notar que la Scala de Milan en pleno aplaude de pie su derroche de virtudes.

También es compradora compulsiva de carteras caras de Vuittón y accesorios de Hermes.

Pero cada vez que se le pierde la tarjeta, tengo la mala suerte de que su llamada se deriva a mi box en el call center y padezco durante decenas de minutos la fatigosa contracara de sus elogiados dones.

Y aun cuando convenzo al supervisor de apartarnos un poco del procedimiento para lograr una solución acorde con el sentido común, no me ovaciona, ni me viva, ni me dedica un do.

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