El constructor y el demoledor, conviven en mi.
Cuando la perinola de las circunstancias cae del lado del primero: inicio proyectos, ordeno, alíneo recursos, recurro a los contactos idóneos, me entusiasmo y avanzo hacia un objetivo cuyo nivel de detalle aumenta con cada paso.
Pero con tan solo un girito más, aparece el demoledor: al que todo le viene mal, que no ve salida en nada, ni nadie lo satisface. Toma su maza y aliviana sus tensiones internas reduciendo el escenario a escombros.
Luego la lluvia y después la nada.
Hasta que renace el constructor tras una etapa de proyectos, y el demoledor vuelve a quedar latente esperando lo que para él será una nueva oportunidad.
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Hace 2 años
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