Buenos Aires, 20 de Julio del `97. Siglo XX
El infinito y la nada son dos mitades de una misma naranja.
Los ecos de la explosión original aún resuenan en este arrabal y se encierran en nuestro propio misterio forrado de cuero.
Algunas veces los armónicos rechazan simpatías, y pese a ser seres fungibles, buscamos en el desdén nuestro propio espejo y la intolerancia se disfraza de caballero.
Así Dionisios, con la camiseta de Boca, se burla con pasión del riverplatense Apolo encerrado en su deleite por la perfección de la esfera y las jugadas exquisitas. Ambos se toman a golpes en una cortada cualquiera y mueren por un gorrito en lugar de gozar del juego.
Así, el betún de nuestras pieles sólo sirve para justificar palos, fuegos y lamentos en lugar de combinarse en casilleros de un magnífico tablero de ajedrez, donde se puedan hilvanar martingalas heróicas y solidarias de peones, reyes y caballos.
Así, día tras día y odio tras odio, olvidamos que somos gotas agridulces de la misma gaseosa.
Que somos brasas ardientes de una misma fogata.
Que somos pequeñas chispas, entre el infinito y la nada.
Sin editar
Hace 2 años
Excelentes escritos, felicitaciones.
ResponderEliminarCreo que te gustara pasar por nuestro blog, del programa de radio que hacemos (Cap. Fed. y/o online)
Estas invitado y espero que nos escuches
Saludos
Muchas gracias. Prometo hacerme un rato para husmear y comentar. Saludos.
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