domingo, 13 de septiembre de 2009

ZRI

Puesto a dar razones o fundamentos, es tradición no dar menos de tres.

Una sola, parece de arrebatado, irreflexo. Por mas de que se trate de la palabra certera que permita desentrañar el verdadero sentido de la acción, su presencia aislada suena a que se trata de una manera civilizada de decir: porque se me cantan las pelotas (o se me sale de los cojones si fuera el caso de una expresión peninsular). Ejemplo:
-¿Por qué fuiste una segunda vez a ver esa obra de teatro?
-Porque me atrajo mucho la propuesta estética.

Brindar dos motivos, suena a que se le intentó dar contenido al análisis, pero que terminó primando la ansiedad, por lo que resulta frecuente que si solamente dos fueran los elementos que componen nuestra motivación, el segundo tenderá a sonar como que se tratara de un argumento único ya expuesto en el párrafo anterior. Ejemplo:
- ¿Que te dió por cocinar paella?
- Porque vi calamares en oferta y es un plato que me gusta mucho.

En cambio, dar tres elementos de soporte a la acción, suena a: causa, motivo y finalidad; a que nuestras acciones no son producto de la azarosa combinación de emociones, estados de animo, cuestiones de entorno, impulsos, costumbres, etcétera, sino producto de una voluntad genuina, personal y respetable
- ¿Siempre tirás piedritas desde la orilla del río buscando que reboten en su superficie?
- Si, busco una interacción con el paisaje(eso es turismo 2.0), agregarle acción sin alterar su esencia y disfrutar de un fenómeno físico cautivante.

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