jueves, 3 de septiembre de 2009

LAS COSAS SON COMO SON

Mi vida siempre fue la misma bosta.

Hace unos años nomás, fui el líder de un grupo de heavy Metal. Éramos los “Chapoteados en sangre”.

Dionisio, el bajista era un ex violador, alcohólico, drogadicto, asesino, ladrón, piromaníaco, falsificador, amante del plagio barato y del whisky escocés aunque muchas veces a falta de whisky era amante ocasional de escoceses desprevenidos.

Frankie, el batero, antes de ser miembro de la banda, fue un patotero despiadado, sanguinario, cruel, y descorazonado como aceituna de picada fifí; pero conmigo siempre habían sido buenos chicos porque pese a todos los comentarios maliciosos de la prensa, acerca de presuntas actividades delictivas de nuestra autoría, éramos gente respetable; de buena familia. Y todavía somos amigos aunque, a la distancia. Sería copado un reencuentro después de tantos años.

En cuestiones de amor, un solo nombre será suficiente para que todo sea luz: Carlota Bomparola. Antes de ella, yo era un tipo muy tímido, reprimido, pusilánime, insufriblemente cerrado, como el Banco Nación después de las tres de la tarde.

Carlota fue a mi vida lo que, Desdémona a la vida de Otelo: mujer virtuosa, mas con una sola diferencia: Desdémona, la de Shakespeare, era inocente; en cambio Carlota, la mía era una caliente, perra, casquivana… y por eso un día. Almohadón mediante: fué.

Soy un preso más de Caseros, desde hace ya largo tiempo. Mi vida siempre fue la misma bosta. Sería copado que Dionisio y Frankie fueran del mismo pabellón, así seríamos nuevamente “Chapoteados en sangre”, la mejor banda de heavy de los últimos tiempos.

Pero todavía no es posible, las cosas son como son.

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