miércoles, 23 de marzo de 2011

DOBLE AMARILLA

La gente se divide en dos grandes grupos: los que solo piensan en ellos mismos y los que son capaces de brindarse con generosidad.

Los del primer grupo se definirán como integrantes del segundo. Porque la generosidad -como los libros de Borges- tiene a casi todos como adeptos de palabra, pero a casi nadie en la realidad de los hechos.

Los del segundo grupo pueden practicarla por convicción o como distracción de su propio foco. Me interesa sobremanera el subconjunto de quienes son generosos por convicción, y no para evitar hacer foco en sus cosas.

Curiosamente, la sensación de dar desinteresadamente, la de compartir lo poco que uno sabe cuando sabe que al otro le puede hacer muy bien... es única, maravillosa, engrandecedora.

Por otra parte, la mezquindad de no avisar de las oportunidades en pos de una supuesta ventajita, el deshonrar la amistad, el amarretear contactos, el autoerigirse en un pedestal de talento aparente, el plagiar en las sombras, el generarle malos momentos a los demás para lucir tu magnanimidad premoldeada, el decir que colaborarás con algo que finalmente boicoteás o el promover exclusivamente a los lameculos de tu culo ramplón... como L&M: marca tu nivel.

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